Hace meses estamos presenciando múltiples marchas, cada causa con distinto valor para cada uno, sin embargo es la muestra de un descontento social. De una olla a presión que no da más y que tiene múltiples ingredientes que la hacen apetecible para algunos, asquerosa para otros.

Lo de el miércoles recién pasado en la cárcel de San Miguel es sólo una muestra de lo podrido que está el sistema en Chile. Y cuando me refiero a “sistema” quiero decir a todo lo que sucede en ese conjunto de elementos “organizados” que hacen que seamos un país.

No soy político ni sociólogo. Pero sí tengo ojos, oídos y poder de observación, análisis y finalmente logro sacar mis conclusiones de las cuales usted señor lector puede estar de acuerdo o no.

No sé dónde me llevará esto, pero uno de los puntos que quiero tocar es respecto a la indiferencia de nuestra gente, compatriotas, vecinos y familiares al dolor ajeno, algo nos mató la empatía en algún momento y no sabemos recuperarla.

Van 20 años de democracia, pero esa mal llamada libertad nos privó de algo importante que claramente es herencia de una dictadura militar que nos convirtió de manera gradual en robots y que fue perpetuada por la concertación y hoy en día la derecha está para firmar definitivamente la institución de la “indiferencia”.

El hecho de que sólo reaccionamos y nunca tomamos el toro por los cuernos ha sido la tónica principal de estos meses. Si pensamos bien en los mineros, tur-bus, incendio San Miguel, todas las propuestas para mejorar las cosas han aparecido después que se ha consumado el acto, como una respuesta desesperada a algo inevitable (que además se sigue repitiendo en el caso de la muerte de más mineros). Por un lado el gobierno aporta con lo esperado, posibles soluciones(no siempre siendo las más óptimas), por otro lado, la culpa a los gobiernos anteriores, lo cual me parece muy cierto. Pero, más cierto es que en cada accidente hay un ministerio encargado de supervisar la actividad y que se debe preocupar que se lleve a cabo de manera segura y ahí surge la pregunta. Estaban haciendo ustedes algo para cambiar algo que venía mal hace más de 20 años? Algo que para los que se desenvuelven en el ámbito era tan obvio? Porque hasta el momento nunca vi una respuesta del presidente Piñera indicando que venían trabajando en esto hace tiempo para resolverlo y que es cuestión de tiempo que se pueda arreglar todo. Mal que mal, ellos fueron elegidos  (no por mí) por su capacidad administrativa.

Si nos ponemos a hilar un poco fino, nos daremos cuenta que toda la pobreza social se refleja en estos lamentables y evitables accidentes. Que de accidente tienen bastante poco según su acepción. Malas condiciones de trabajo en el caso de los mineros y tur-bus, sobreexplotación de los recursos y los trabajadores, poca supervisión, desinterés en abordar el tema de manera profunda y definitiva.

En el caso de la cárcel de San Miguel es aún peor. En este momento alguno de ustedes pensará: “Eran delincuentes, no merecían la pena tanta preocupación”. Lástima que piensen así pero no puedo hacer nada por un pensamiento que en algún momento de nuestras vidas el sistema, sí, el sistema, nos quiso implantar como motivo de vida. El egoísmo, la poca capacidad de ponernos en el lugar del otro. Nunca nos preguntamos cómo llegó alguien a delinquir. Muchos van a coincidir conmigo en que la falta de oportunidades reales – y no las soluciones parche- los llevó por un camino en que era mucho más fácil sobrevivir, porque la ignorancia en que fueron educados por el sistema y sus mismos padres seguramente no les enseñó valores, no hubo nadie preocupado que ese niño estuviera solo en su casa, que nadie lo hiciera creer en que la educación es la única forma de salir adelante y que no es necesario ser ingeniero para ser alguien exitoso en la vida. A lo único que tuvieron acceso fue a la TV. Esa TV que te inculca el deseo por tener cosas inalcanzables, por desear lo que el otro tiene y no conformarte con lo que ya tienes. Te hicieron creer que la verdadera felicidad radica en las COSAS. Nadie se dio el tiempo para educarlos correctamente. Alguien dirá: “Pero hay mucha gente que en situación de pobreza ha surgido igual”. Es cierto, pero son casos excepcionales y además no son muy expuestos en la tarima como ejemplos de emprendimiento, porque los sectores más pobres querrán su pedazo de torta, van a desear lo que siempre debieron desear. Ser exitosos de manera digna, justa, sin atropellar al resto, ayudando a tu comunidad y recibiendo ayuda de vuelta.

Pienso en la sobrepoblación de las cárceles y veo que las respuestas a estas inquietudes por parte del gobierno son ridículas, no solucionan el problema de fondo y siguen perpetuando un sistema mal administrado, poco digno incluso para sus trabajadores como lo es Gendarmería.

Qué resuelves haciendo cárceles modulares? Menos gente por metro cuadrado? Por qué no pensamos en cómo reinsertar, en cómo hacer que la gente no sea delincuente?

Mi humilde propuesta es haciendo fuerza laboral. Cómo? A través de redes de ONG que creen una necesidad o la detecten. Para el caso da lo mismo pero quiero ilustrar mi punto.

Según tengo entendido, el estado paga $250.000 mensuales por prisionero (si estoy errado por favor corregir en los comentarios) Una buena forma de generar dinero de vuelta es haciendo fábricas de materias primas, trabajos que es necesaria la generación de grandes producciones . El prisionero recibe una mensualidad para sus gastos comunes y se envía otro porcentaje para su familia. De esta manera vas generando y recuperando ese dinero invertido por prisionero y él cubre sus gastos a través de fuerza laboral. Claro, esto es utópico me van a decir, pero qué proponen ustedes?

Segundo paso: Una vez que el prisionero vuelve a la calle no tiene posibilidad de reinsertarse porque sus papeles están “manchados”. Pero, y si le damos la posibilidad de retomar su trabajo que realizó en la cárcel pero con un sueldo digno, en que recibe lo que corresponde a cualquier trabajador que goza de su libertad y que ya sabe realizar, no es necesario que pase mucho tiempo antes de que retome su libertad y a cambio de acortar las condenas se vea obligado a seguir trabajando esta vez en libertad.

Como ven, no soy experto en el tema, probablemente mucho de lo que acabo de decir es ilógico, pero es mi forma de exponer algo que vengo pensando hace mucho tiempo. Algo que me ha puesto desesperanzado, porque no veo forma en que este gobierno o los que vendrán, van a resolver esto.La desigualdad social es la verdadera enfermedad del siglo XXI, hay un laboratorio que tiene la cura pero no la quiere vender hasta que probablemente sean ellos los que comiencen a enfermar.

Por favor, seamos consecuentes con lo que somos, humanos. respetemos, amemos, odiemos, pero sepamos ponernos en el lugar del otro de vez en cuando, porque quizás mañana necesitemos que alguien se ponga en nuestro lugar.